Daniel Barenboim

Silencio

Antes que comience todo, un murmullo, un crujido de papeles que se tocan, pasos, susurros, el sonido apagado de toses que se tratan de evitar.

Daniel Barenboim inmóvil, vestido de negro. Detrás suyo la oscuridad. Alza la cabeza al mismo tiempo que abre los ojos y levanta los brazos, la batuta en la mano derecha. No lo vemos pero podemos imaginar cómo la orquesta se moviliza con un subir y bajar repentino de los brazos. Barenboim hace que exista el primer acorde, largo, que se dilata.

Menos sonidos, menos voces. Barenboim se hace dueño de esa música compuesta por otro. Conduce, elige qué camino tomará, porque, ¿qué es interpretar sino adueñarse?

Una tarde. Un encuentro

Una tarde le muestro a Enrique Saínz ese video. La Cuarta sinfonía de Ludwig van Beethoven, conducida por Daniel Barenboim y ejecutada por la joven East-West Divan Orchestra, todo como parte del programa de la BBC Proms.

Enrique, con los audífonos puestos, estalla cuando ese primer movimiento cambia de adagio a allegro vivace. Las cuerdas se alargan en una nota, llevan hacia otra zona que recién se abre, y un coro de cuerdas y timpani truena. Es sonido que ya antes, de a poco, en el anterior ámbito, iba siendo anunciado por momentos.

En los momentos de mayor energía Enrique levanta la cabeza mientras abre los ojos diciendo: “¡Tremendo! ¡Extraordinario!” Y a medida que ese allegro se hacía más vivace las expresiones iban siendo cada vez mayores, más emotivas: “No, no, no, ¿qué es esto? ¿Pero dónde estamos, por Dios?”

Un movimiento. Una justificación

El primer movimiento de esa Cuarta sinfonía comienza con ese adagio, y esa manera recuerda al de la Sonata para piano número 23, la famosa Appassionata, quizás porque ese primer movimiento de la sinfonía tiene forma de sonata.

Relaciono las cosas, así como a Barenboim, a Beethoven, y a Enrique. Quiero llegar a una significación. Quiero que esos puntos que enlazo tengan un sentido, cierta lógica, justificar un porqué.

- Anuncio -Maestría Anfibia

No entiendo el lenguaje de la música.

Un adagio. Un allegro vivace

En esa segunda sección del primer movimiento, ese allegro vivace, hay momentos de calma, de retorno al adagio inicial, pasajes de baja intensidad donde aún los timpani redoblan suavemente. Es sólo un momento breve de calma.

Leo un texto en esos sonidos, una armazón, una estructura. Pero no leo música y no podría percibir en la partitura cómo se narra ese tono, una intensidad, el exacto signo escrito que hace que se relacione a un músico, a un intérprete y un amigo.

Recuerdo algo

Daniel Barenboim le dice a Lang Lang que su ejecución del primer movimiento de la sonata Appassionata “podría y debería estar mejor estructurado […], pierdo la noción de adónde te encaminas”. Estructura. El asunto es de estructura.

Enrique escucha

A pesar de que sólo él escuchaba, yo imaginaba, mirando la imagen en la pantalla y escuchando el susurro agudo que salía de los audífonos, por dónde iba la música. Así, más que compartir la música, compartíamos la emoción.

Sigo escuchando esa sinfonía, y cada vez que lo hago sigo rastreando el mejor modo de entender por qué relaciono, por qué invento un camino entre una nota y la siguiente, estableciendo puentes habitados por esos momentos, por esos amigos.

No tan allegro

En la extraordinaria novela, Maestros antiguos, Thomas Bernhard advierte que el arte no redime ante la vida, y que cuando esta, con toda su violencia, nos rodea y abraza en todo su horror, ciertamente el arte no salva ni alivia.

La pasión de Enrique por la música fue reconocida por mi pasión, a sabiendas de ese horror, de la falta de redención.

La lectura que les hizo Daniel Barenboim de la Cuarta Sinfonía de Beethoven una tarde a esos dos amigos, logró borrar por un momento el horror bernhardiano. A través de su interpretación, de su lectura de esa música, hizo que ellos lo vieran también, a partir de ese momento, tan autor de esa sinfonía como Beethoven.

Colabora con nuestro trabajo
Somos una asociación civil de carácter no lucrativo, que tiene por objeto principal la promoción y fomento educativo, cultural y artístico. En Rialta nos esforzamos por trabajar con el mayor rigor profesional en la gestión, procesamiento, edición y publicación de los contenidos y la información. Todos nuestros contenidos web son de acceso libre y gratuito. Cualquier contribución es muy valiosa para nuestro futuro.
¿Quieres (y puedes) apoyarnos? Da clic aquí.
¿Tienes otras ideas para ayudarnos? Escríbenos al correo [email protected].

Deja un comentario

Escriba su comentario...
Por favor, introduzca su nombre aquí