‘Lezama Lima: Soltar la lengua’: Un documental de Ernesto Fundora sobre el hombre que a diario caminaba La Habana viviendo en poesía

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José Lezama Lima (La Habana, 1910-1971)
José Lezama Lima (La Habana, 1910-1971)

El cineasta cubano Ernesto Fundora (1967) es un miembro apasionado del culto de José Lezama Lima. Alguien convencido de que ese fervor suyo jamás será algo impropio, anacrónico porque, en el caso del poeta de Muerte de Narciso (1937), estamos indudablemente en presencia de “un conocimiento superior”.

Bajo la advocación lezamiana, el también escritor ha realizado el documental Lezama Lima: Soltar la lengua (2018; 120 min.): “un recorrido biográfico por la vida y la obra” del autor de Paradiso que este sábado 13 de agosto fue proyectado en la Librería “Rosario Castellanos” del Fondo de Cultura Económica, en la Condesa de la Ciudad de México.

Tal exhibición –complementada con algunas palabras introductorias del director y luego una sesión de preguntas y respuestas– y, sobre todo, la propia concepción del filme se nos presenta claramente como una ofrenda de quien en otra ocasión no ha podido más que confesar: “me interesan las genealogías, más la tradición órfica en la literatura que el academicismo, la indagación profunda, los caminos esotéricos, herméticos, la excitación filosófica que promueve surcar lo desconocido intentando estrechar la relación del hombre con sus dioses, juguetear con la creación como un acto derivativo de lo divino y lo sagrado. Me interesa ahondar en el poder sanador de las palabras. Me ilusiona relacionar lo humano con lo eterno; simpatizo con esa filosofía lezamiana”.

Cartel de la exhibición en Ciudad de México de ‘Lezama Lima: Soltar la lengua’ (IMAGEN Vía: Ernesto Fundora)
Cartel de la exhibición en Ciudad de México de ‘Lezama Lima: Soltar la lengua’ (IMAGEN Vía: Ernesto Fundora)

Lezama entonces como ídolo, como oficiante y también como misterio. A un tiempo, demiurgo y profeta.

Acerca de este …Soltar la lengua, Fundora –quien vive y trabaja en México– conversa ahora, brevemente, con Rialta Noticias.

¿Cuáles son los objetivos y cuál el alcance específico de un proyecto, a priori, tan ambicioso como este?

Por supuesto que una obra tan vasta como la de Lezama no se logra captar en dos horas. Pero es importante este intento aproximativo, enunciativo –porque muchas veces un documental no te permite el desarrollo de todos los temas; pero al menos enunciarlos, mencionarlos para que la gente se familiarice, los tenga en cuenta. Y, bueno, detrás de este documental hay una serie académica de diez horas que tiene mucha más profundidad, que sí desarrolla más esos temas, y que permite a estudiosos, literatos, investigadores acceder a otro tipo de conocimiento. El documental está integrado por 28 voces: casi todos fueron miembros del [Curso] Délfico de Lezama; algunos, del Grupo Orígenes. De esos 28 hay 13 que están muertos. O sea, que tiene ese valor testimonial. Es un coro heterodoxo de intelectuales, artistas, académicos, poetas hablando en torno a la figura de Lezama.

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¿Qué desafíos creativos o prácticos impuso la producción de esta obra audiovisual, dada la impronta de una personalidad tan compleja –y disputada– como José Lezama Lima?

 Sobre el proceso de producción, sí tengo que reconocer que este es un documental netamente “socialista”; en el sentido de que se hizo a partir de la idea de construir un bien común, porque la mayoría de la gente contribuyó de una manera generosa, voluntariosa, y todo se consiguió prácticamente arañando las paredes.

Ya sabes que Lezama ha sido objeto de una agenda, una especie de operación de borrado de la historia, o de desaparición, o de fantasmagorización, [que] no debe perpetuarse. Esto debe ser declarado, debe ser revisado… Y, bueno, uno de los impedimentos que tuve consistió en que casi toda su memoria cinematográfica se ha perdido: no tenemos imágenes de Lezama en cine ni en televisión; no lo podemos ver y escuchar a la vez. Sólo tenemos tres poemas grabados por Casa de las Américas y más de un centenar de fotos que le hicieron Chinolope, Iván Cañas, su familia, amigos –que están en la Colección Cubana de la Biblioteca Nacional, la cual es bastante inaccesible, porque ese patrimonio de la nación lo ha confiscado el Estado, como si fuera un acervo privilegiado para una élite, unos pocos, cuando debería ser un bien común de la ciudadanía, la sociedad civil cubana. Entonces pasé mucho trabajo y tuve que hacer muchas maromas para poder sacar esa memorabilia; la poca que hay.

Esto me llama la atención y me indica que sigue siendo Lezama una pieza estratégica para ese sistema dominante que llaman “Revolución cubana”, ese proceso basado en un control absoluto de la información y del sistema de creencias y de ideas. Debido a este factor ideológico, de dominio sobre la opinión pública, se custodia este acervo sobre Lezama de una manera, yo diría, bastante militar: […] una tramitología, una burocracia y un concepto de selección elitista según el cual ni siquiera una persona como yo, que tiene ya 35 años dedicados al trabajo cultural, con algunos reconocimientos internacionales, pudo acceder a esos archivos –y recomendado incluso por gente como Miguel Barnet, el propio Cintio [Vitier], por Antón Arrufat; por toda una serie de personajes poderosos de la cultura cubana. He tenido que hacer, prácticamente, un acto de magia, y apelar a muchos amigos coleccionistas –como Jorge Dalton, el hijo del poeta Roque Dalton– que accedieron a compartir su información. Si no, este documental no se hubiera podido hacer.

La Biblioteca Nacional de Cuba fue cooperativa, pero se trata de una cooperación que uno percibe que es a medias, que está cargada de sospechas, de resquemores, y que siempre pasa por un escamoteo de índole ideológica. O sea, que si tú no te afilias a su sistema ideológico no te consideran o no te respetan o no te apoyan del todo. Esto es muy lamentable.

A pesar de todas las vicisitudes, Lezama genera esa especie de catarsis promisoria, o de eclosión, por decirlo de alguna manera: una eclosión de posibilidades, de analogías y de asociaciones. Y entonces hay aquí un uso de recursos bastante primitivos o básicos para el cine, pero que nos ayudaron a resolver la indigencia material que teníamos para esta obra. De la cual lo más importante no es su categoría formal: yo creo que es una obra de servicio, con una vocación de recuperación de contenido y un énfasis en el conocimiento, más que en el exhibicionismo formal. Y eso se siente. Yo estaba más preocupado por que se llegara a redondear la densidad conceptual y cultural de Lezama que por toda esta cosa del exhibicionismo dandista del director de cine que quiere mostrar su destreza formalista.

Todo eso lo puse en un segundo plano; por delante estaba el servicio, la devoción y la entrega a un hombre superior y a un conocimiento superior, que es lo que queremos transmitir a las nuevas generaciones. Queremos que este documental sea un umbral para que gente que no ha leído, que no ha sabido que existe una figura de esta magnitud, empiece a considerarla y la traiga a su zona de interés.

¿Qué visión de Lezama propone, en definitiva, …Soltar la lengua?

Las personas que reconocemos en Lezama Lima una singularidad prometeica desde el punto de vista cultural y gnoseológico nos hemos dado a la tarea –como una especie de secta secreta o hermética, o de hermandad– de mantener viva su obra, mantener vivo su espíritu. Y yo creo que ese sería el gran propósito de este documental. O sea, es un documental que tiene un carácter divulgativo y de actualización; es un update para las nuevas generaciones sobre el pensamiento de Lezama, su sistema poético, sus criterios filosóficos. En general, sobre toda su humanística.

Ernesto Fundora en la presentación de ‘Lezama Lima: Soltar la lengua’; Ciudad de México, 13 de agosto de 2022 (FOTO Facebook / Ernesto Fundora)
Ernesto Fundora en la presentación de ‘Lezama Lima: Soltar la lengua’; Ciudad de México, 13 de agosto de 2022 (FOTO Facebook / Ernesto Fundora)

Pero centrado en el hombre que vivía en poiesis, que vivía en poesía. Él no era el poeta que hace versos; era un poeta que vivía en un estado germinativo, que vivía en lo que él denominaba “el ser causal”, que va engendrando la historia, haciendo el cambio, la dinámica, actuando en la realidad para reinventarla, reconvertirla. Y, bueno, de alguna manera este documental es una consecuencia de su ideario, porque una de las divisas o categorías que él manejó fue la de “sobrenaturaleza”, que parte de aquel criterio de Pascal de que, si la naturaleza está agotada, si la naturaleza se empieza a estancar, si la naturaleza empieza a extinguirse de alguna manera, o a autoconsumirse, hay que inventar una segunda naturaleza. Y en esa reinvención él estaba fraguando también su destino. Él estaba moviendo los recursos esotéricos con los que contaba a través del pensamiento, la palabra, el ideario, la conciencia para que años después, 46 años después de su muerte, como celebramos esta semana, lo estemos recordando, pensando en él y en su actividad metafísica, ¿no?, que a fin de cuentas es algo que sobrevive al cuerpo. Afortunadamente.

¿Cómo lidia en esta pieza –de carácter “aproximativo, enunciativo”, según ha dicho– con el expediente del “hermetismo lezamiano”, tan recurrente o, mejor, tan socorrido?

En cuanto a Lezama visto como una figura hermética, se trata de una conversación que sería muy larga, porque se remonta a la tradición del orfismo, y a toda su filosofía sobre cómo blindar ese conocimiento. Y para nada tiene que ver con que haya sido una persona hierática, una persona incomprensible o excesivamente tropológica. Esa también es una leyenda que construyeron para desvincularlo de la masa. Este documental, entre otras cosas, demuestra que Lezama fue un criollo sabroso y que era un tipo que disfrutaba la cotidianidad y la cultura del día a día: de la plática, del choteo, de la burla, del chisme, del cotilleo, de la conversación ligera…; siempre cargado de imágenes y de metáforas, porque era un hombre que todo el tiempo estaba en esa dimensión de la reconversión y de la alquimia de la palabra. Pero lo que sí quiero dejar claro es que este no era un hombre de élite, como lo han pretendido mostrar desde la cúpula del poder castrista, sino todo lo contrario: era un hombre de pueblo, un hombre llano, un hombre que estaba a ras de suelo con la gente, que se asomaba a su ventana y caminaba La Habana todos los días, que se metía lo mismo en una cafetería que en una librería, en un museo, en la casa de algún amigo, en un bar o en un billar… Era un tipo así. Y, bueno, nos lo han querido mostrar como inaccesible, distante, impenetrable. Eso es una gran mentira. Se ve en este documental, que revela a un cubano sabroso, un gozador, un divertido: un hombre con un sentido lúdico de la existencia que le hace homenaje a lo mejor de nuestra tipología psicológica nacional.

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5 comentarios

  1. Adonis. Me parece excelente lo que has logrado en esta entrevista. Me sorprendió. Mil gracias. Te debo este cariño. Pasa por casa cuando gustes y compartimos el pan y el café, por favor. Gracias nuevamente, en nombre mío y también de Lezama, y por qué no, también gracias en nombre de Cuba.

  2. Que maravillosa entrevista! 👏🏻Gracias Fundo por tu entrega, por soñar en grande , por proteger y defender causas en apariencia imposibles. Por ir dejando ese rastro de luz en el camino. Gracias por cuidar con devoción la poesía y ponerla bien alto. Por hacer justicia y dar el lugar que merece nuestro Lezama Lima. En nombre de la cultura universal y de todos los cubanos.

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