¿Qué se podrá ver de América Latina en la 80 edición del Festival de Venecia?

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‘Landrián’ (2022); Ernesto Daranas (IMAGEN YouTube / Altahabana Films - Trailer)
‘Landrián’ (2022); Ernesto Daranas (IMAGEN YouTube / Altahabana Films - Trailer)

El cine latinoamericano vuelve este 2023 al Festival Internacional de Cine de Venecia, aunque su participación en esta 80o edición, que tendrá lugar entre el 30 de agosto y el 9 de septiembre, no resulta especialmente pródiga. No obstante, algunas obras del subcontinente destacan en casi todas las secciones del programa. Sin importar el número global, tales películas prometen entregar un repaso significativo de las temáticas y constantes estéticas que ocupan hace décadas a los directores de esta parte del mundo. El público podrá apreciar tanto filmes de realizadores consagrados, algunos de ellos habituales en la cita italiana, como arriesgadas óperas primas de creadores jóvenes; incluso se proyectará algún clásico de la cinematografía regional.

En la competencia oficial coinciden dos créditos seguros del cine latinoamericano: el director chileno Pablo Larraín, con El conde (2023), y el mexicano Michel Franco, con Memory (2023). Ambos estrenarán sus filmes en este evento, y se disputarán el reputado León de Oro, el máximo galardón, con otras 21 películas. En este apartado competitivo destacan producciones de Estados Unidos e Italia, mientras que resulta extraño la escasa presencia latinoamericana y asiática, dos de las cinematografías que más han prestigiado el cine contemporáneo en los años recientes. Vale resaltar que el realizador argentino Santiago Mitre, quien recorrió el mundo entero el pasado año con su exitosa Argentina, 1985, integra el jurado que decidirá el destinatario de la estatuilla.

Franco vuelve a Venecia. Sus dos películas anteriores también tuvieron su estreno mundial en la Mostra: Nuevo orden (2020), ganadora del Gran Premio del Jurado o León de Plata, y Sundown (2021). De esta nueva entrega del mexicano se conoce bastante poco. Filmada en Nueva York con un elenco encabezado por la oscarizada Jessica Chastian y por Peter Sarsgaard, Memory es el segundo empeño íntegramente estadounidense del autor, luego de Chronic (2015), que ganó el Premio a Mejor Guion en el Festival de Cannes.

La producción de Memory estuvo a cargo de High Frequency Entertainment, Case Study Films, Teorema y MUBI. Según observa Cinema Tropical, el filme explora “la memoria, la identidad y la confianza” mediante la historia de “una trabajadora social que lleva una vida simple y estructurada”. Entonces: “Saul la sigue hasta su casa tras salir de una reunión escolar”, y el encuentro “los impactará profundamente a ambos”; abrirá una “puerta al pasado”.

El conde supone el primer trabajo del realizador chileno para Netflix. Escrita por el propio Larraín y su colaborador Guillermo Calderón, la película conjuga códigos de la comedia, el cine de terror y la fantasía para reflexionar sobre la historia reciente de Chile. El argumento retrata a Augusto Pinochet “como un vampiro”. “Alimentándose del mal para sostener su existencia, después de 250 años de vida, Pinochet ha decidido dejar de beber sangre y abandonar el privilegio de la vida eterna”, se apunta en la sinopsis. No obstante, leemos, “encuentra una nueva inspiración para seguir viviendo una vida de pasión vital y contrarrevolucionaria a través de una relación inesperada”.

“Llevo años imaginando a Pinochet como un vampiro, como un ser que no deja de circular por la historia, tanto en nuestra imaginación como en nuestras pesadillas”, ha dicho el director. “Los vampiros no mueren, no desaparecen, tampoco los crímenes y robos de un dictador que nunca respondió ante la justicia. […] en la película quisimos mostrar la brutal impunidad que representa Pinochet. Mostrándolo de frente por primera vez para que el mundo pueda sentir su verdadera naturaleza: ver su rostro, sentir su olor. Para eso, hemos utilizado el lenguaje de la sátira y la farsa política”.

También la sección competitiva Orizzonti, enfocada en óperas primas que se arriesgan a explorar nuevas estéticas, cuenta con filmes latinoamericanos: los largos A cielo abierto, de los hermanos mexicanos Mariana y Santiago Arriaga, y Sem Coração, de los brasileños Nara Normande y Tião; además del corto Bogotá Story, del colombiano Esteban Pedraza. Este último cuenta la experiencia de una joven madre que, en un momento oscuro de la historia de Colombia, se ve forzada a escoger entre su familia y sus sueños.

A cielo abierto relata la travesía de un trio de adolescentes –dos hermanos y su hermanastra– para llegar a la frontera entre México y Estados Unidos, con el propósito de encontrar al responsable de la muerte de su padre. Escrita por el prestigioso guionista Guillermo Arriaga, autor del libreto Amores perros, 21 gramos,Babel, entre otros, este primer largometraje de los hermanos Arriaga medita sobre las consecuencias acarreadas por el dolor y la venganza. En tanto, Sem Coração se ocupa de un pasaje singular en la vida de una joven durante el verano de 1996 en la cosa de Alagoas. Tamara se marchará pronto a estudiar en Brasilia. Mientras disfruta sus últimos días en el poblado de pescadores en que ha vivido hasta entonces, conoce de una adolescente apodada “Sin corazón”, por la cicatriz que lleva en el pecho. Comienza a experimentar un creciente interés por la misteriosa chica que cambiará el rumbo de sus días.

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El apartado Orizzonti Extra, que defiende también proyectos innovadores, acoge El rapto, thriller político sobre los años de la postdictadura argentina dirigido por Daniela Goggi. Basada en la novela El salto de papá, del escritor Martín Sivak, la película registra los días de Julio Levy en la Buenos Aires de 1984, a donde regresó con su esposa y sus hijos después de años de exilio forzado. Ya en la ciudad, asume un puesto en la empresa de su familia tras el secuestro de su hermano. Subraya la sinopsis que dicho suceso hace a Julio reparar en “las fuerzas que todavía operan detrás de la recién recuperada democracia”.

Con la sección Venice Classics llegarán la mexicana Profundo carmesí (Arturo Ripstein, 1996) y el documental cubano Landrián (Ernesto Daranas, 2022). Esta importante fracción del programa ofrece una mirada a la Historia del Cine y celebra a los grandes maestros del séptimo arte. Este 2023 trae dos muestras independientes: una de clásicos restaurados, que acoge la obra de Ripstein, y otra de documentales consagrados a la memoria del cine y sus artífices, donde se encuentra la película de Daranas.

Ripstein es uno de los grandes maestros del cine mexicano. En los años setenta del pasado siglo, con obras como El castillo de la pureza (1972) y El lugar sin límites (1977), contribuyó a la renovación de la cinematografía latinoamericana, a partir de una ingeniosa fusión de los hallazgos expresivos del Nuevo Cine Latinoamericano y de los arquetipos narrativos del cine mexicano de la Época de Oro. Profundo carmesí es uno de los trabajos más celebrados del realizador, una producción que en los años noventa demostró su vitalidad y recia autoría. Casi tres décadas después, esta copia restaurada para el Festival de Venecia es un “corte del director” que recupera 25 minutos de metrajes no incluido en el montaje de 1996.

En su filme, Daranas se adentra en la vida y obra del excepcional documentalista cubano Nicolás Guillén Landrián. La inclusión de esta pieza en el certamen veneciano resulta otro gesto de reconocimiento de la trascendencia estética e histórica de uno de los mayores innovadores del cine latinoamericano. Sus cortos permanecieron proscritos durante años, bajo las disposiciones del poder institucional dedicado a controlar la memoria fílmica cubana. Daranas utiliza como núcleo de su narración la búsqueda de los originales en celuloide de Landrián en los archivos del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), búsqueda pertrechada con los testimonios de Gretel Alfonso, viuda del realizador, y Livio Delgado, fotógrafo de varias de sus primeras películas. El estado de deterioro y las lamentables condiciones en que se encuentran los archivos condenaron a la desaparición de buena parte de la obra del genial cineasta.

Exiliado en Estados Unidos desde 1989, Landrián sufrió la represión en Cuba. Su obra fue censurada y él fue expulsado del ICAIC, sometido a encarcelamiento y forzado a internamiento psiquiátrico. Landrián dirigió obras maestras como Ociel del Toa y Los del baile (1965), inteligentes acercamientos a la violencia con que el cambio de 1959 impactó en individuos crecidos al margen de la Historia; Coffea Arábiga (1968); Desde La Habana ¡1969! Recordar (1970) o Taller Claudio A. Camejo. Línea y 18 (1971), ensayos vanguardistas que, desde la forma, cuestionan/piensan el supuesto progresismo de la Revolución y la demagogia del poder.

La participación latinoamericana en la 80o edición de la Mostra se completa con tres propuestas brasileñas que constan en el catálogo de Venice Immersive. El evento italiano fue pionero en la atención a las diversas formas de realidad virtual y aumentada que, hace ya algún tiempo, vienen marcando el universo del audiovisual. Desde 2017 su programa ha destinado un espacio a explorar esos territorios creativos. Este año, entre los proyectos escogidos por el festival para compartir con la audiencia se hallan tres procedentes de Brasil: Finalmente Eu (Marcio Sal), Queer Utopia: Act I Cruising (Lui Avallos) y Origen (Emilia Sánchez Chiquetti).

El festival más longevo de su tipo en el mundo suma ya ocho décadas consagradas a la promoción del cine en todas sus expresiones y nacionalidades. La selección latinoamericana propuesta por los curadores arroja luz sobre el respetado lugar que esta cinematografía tiene en el paisaje fílmico global. En los últimos años, no solo la agenda veneciana le ha reservado, sistemáticamente, un relevante espacio… también citas como las de Locarno, Rotterdam, Cannes, Berlín, IDFA…

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