Miguel Coyula habla sobre la censura en Marruecos de su película ‘Corazón azul’

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Fotograma de ‘Corazón azul’ (2021); Miguel Coyula (IMAGEN Cortesía de Miguel Coyula)
Fotograma de ‘Corazón azul’ (2021); Miguel Coyula (IMAGEN Cortesía de Miguel Coyula)

Corazón azul (2021), el más reciente largometraje de ficción del realizador cubano Miguel Coyula, vuelve a experimentar la censura. El Festival de Cine y Memoria Común (FIMEC) de Marruecos, que se celebrará del 7 al 12 de diciembre en la ciudad de Nador, informó al director que la película sólo podría ser exhibida de suprimirse dos escenas del metraje. Incluida en principio dentro de la competencia de esta 11ra edición, Corazón azul es víctima, otra vez, de juicios conservadores y autoritarios que coartan la libertad artística y de pensamiento.

“El Festival me había notificado la elección de la película para la competencia oficial hace tres meses. El dos de noviembre recibí un mensaje de su equipo organizador informándome que el Centro Cinematográfico Marroquí (CCM), liderado por Sarim Fassi-Fihri, prohibía mostrar la película en territorio nacional a no ser que yo cortara dos escenas. Las señalaron milimétricamente: del minuto 00:45:17 al 00:48:20, metraje correspondiente a la escena de sexo explícito entre Lynn Cruz y Carlos Gronlier, y del 01:08:44 al 01:08:56, metraje correspondiente a una escena donde Mariana Alom, Camila Carballo y Eric Morales, al compás de Gorki Águila, repiten «Todos en una misma celda», en la canción ‘La Libertad’ de Porno para Ricardo. Le respondí al Festival que trabajé por diez años para tener el control absoluto de cada fotograma. Cortarlos sería como mutilarme un dedo”, explica Coyula a Rialta Noticias.

No es la primera vez que el director cubano atraviesa por situaciones de tal naturaleza. En Cuba está vetada la exhibición de su obra en espacios públicos administrados por el Estado, motivo por el cual Corazón azul sólo ha podido ser vista por los escasos espectadores que domingo tras domingo Coyula invita a su casa. El filme ya había sido censurado previamente en otro certamen cinematográfico, bajo consideraciones similares a las expuestas en Marrueco. Fue en el Festival Internacional de Minsk, Bielorrusia: de acuerdo con el realizador, “la comisión nacional revisora de películas del gobierno de Lukashenko” calificó Corazón Azul de pornográfica y prohibió su presentación en el país, aunque finalmente se pudo ver, en lamentables condiciones, durante el evento.

Fotograma de ‘Corazón azul’ (2021); Miguel Coyula (IMAGEN Cortesía de Miguel Coyula)
Fotograma de ‘Corazón azul’ (2021); Miguel Coyula (IMAGEN Cortesía de Miguel Coyula)

“La Constitución de Marruecos (2011)”, comenta Coyula, “expone que existe libertad artística siempre que no se cruce «la línea roja». Acabo de investigar, y la censura, la persecución y el encarcelamiento de artistas marroquíes que transgreden esa línea roja tienen un paralelo… no son muy distintos a lo que ocurre en Cuba. La línea roja se refiere a «posibles daños a la monarquía, al sexo y la sexualidad, y a la integridad territorial». Esa línea roja es tan difusa como en Cuba lo es el decreto 373 para el audiovisual independiente, que juzga las obras «atendiendo a criterios artísticos enmarcados en la tradición cultural cubana y en los fines de la Revolución que la hace posible y garantiza el clima de libertad creadora»”.

“A veces me pregunto si en el caso de festivales de países con política «difícil»”, dice el creador cinematográfico, “los programadores incluyen la película para hablar indirectamente de sus realidades, pues pasa como «La vida de los otros» y no como «La vida de nosotros». Pasados algunos días de aquella primera notificación, los organizadores del festival escriben nuevamente para comentarme que habían conseguido que se aprobara la proyección del filme para los jurados y los invitados”.

“Yo respondía de inmediato”, prosigue Coyula, “que mi mayor incentivo era compartir y debatir Corazón azul con el público marroquí. Y sugerí por tanto a los programadores que podrían hacer exhibiciones clandestinas, para grupos pequeños de personas en casas de músicos, escritores… Entonces me contestaron que le habían enviado una carta al ministro para apelar a la proyección pública del filme. Después de eso, pasaron los días y no tuve más noticias. En cualquier caso, agradezco a los programadores y a la dirección de FIMEC. Al menos lo intentaron. Y no dudaron en mencionar a la institución responsable de la censura”.

Aun con todos esos accidentes en su camino, Corazón azul está disfrutando de un notable recorrido internacional. Después de su estreno mundial en la edición 43 del Festival de Cine de Moscú, el filme se ha proyectado en varios eventos de importancia en Europa y América Latina, entre ellos, el Festival de Cine de Guadalajara, donde recibió el Premio Jorge Cámara, auspiciado por la Hollywood Foreign Press Association (HFPA). La sola consideración de la obra para tales certámenes evidencia el interés que despierta la singular creación del director cubano.

Corazón azul es un ejercicio creativo abiertamente experimental, resuelto en un proteico pastiche de códigos genéricos y estilísticos. Es una película anarquista como anarquistas son los protagonistas de la historia narrada. Coyula descree todo el tiempo de los métodos tradicionales de producción, incluso aquellos surgidos para apoyar la creación independiente, y tal credo se percibe en su trabajo. Esta ucronía, realizada a lo largo de diez años aproximadamente, apuesta por el montaje y la superposición de técnicas, formatos y estilos, en un enfrentamiento a la naturalización de la “forma audiovisual”. Pero donde sigue siendo incómodo el arte de Coyula es en su diálogo crítico y político con la realidad.

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Fotograma de ‘Corazón azul’ (2021); Miguel Coyula (IMAGEN Cortesía de Miguel Coyula)
Fotograma de ‘Corazón azul’ (2021); Miguel Coyula (IMAGEN Cortesía de Miguel Coyula)

Días antes de ser notificada la censura, el festival marroquí solicitó al director “un texto sobre la experiencia de filmar Corazón Azul”,  que sería leído durante el simposio que acontece durante los días del evento. En su escrito, el director expone interesantes criterios acerca de la naturaleza de su diálogo artístico con la realidad:

Creo en un cine incómodo, no sólo a nivel narrativo, sino también a nivel humano y político. Muchas veces el espectador asiste a un cine político para reforzar una convicción que ya tiene sobre el tema, pero no para entrar en un debate consigo mismo. No me refiero a una posición neutral. Como cineasta trato de buscar el lado más oscuro de todos los participantes en un conflicto, para no terminar haciendo propaganda para uno de ellos. Por eso mis protagonistas nunca son héroes. Me interesa la ciencia ficción porque creo que es una manera de hablar sobre nuestra realidad sin aleccionar al espectador. Escapar del realismo me permite un acercamiento más sincero a las zonas más oscuras de nuestro subconsciente, a nivel humano y político, y explorar las contradicciones de la memoria histórica de un país, sin tener que caer en una zona más cercana a lo didáctico.

Cuando alude al cuerpo histórico, social e ideológico modelado por la Revolución cubana, Corazón azulregistra un conjunto de técnicas de coerción que caracteriza los regímenes (socialistas o no) donde asoman el conservadurismo, el abuso de poder y el control del individuo y su contexto. Esta obra se muestra conscientemente política al dar cuenta, desde la invención de mundos que posibilita la ficción, del fracaso del proyecto revolucionario. Ya el documental Nadie, realizado por el cineasta en el año 2016, había empujado a la Seguridad del Estado a tomar represalias contra él y su pareja, la actriz y escritora Lynn Cruz. La confrontación directa al poder político –y en particular la desmitificación de la figura de Fidel Castro– emprendida en ambas obras por Coyula, lo han colocado incesantemente en la mira del aparato represivo del gobierno cubano.

“No quiero terminar con una negativa: el mes no ha comenzado tan mal”, dice finalmente el director de Memorias del desarrollo en su conversación con Rialta Noticias. “Puede que no muestre mis películas en un cine de Cuba, Bielorrusia o Marruecos. Pero acabo de recibir otro premio en México, y Corazón Azul regresa por tercera vez a un festival en Francia, y por segunda a Argentina y Estados Unidos. Existen algunos oasis. De cualquier modo, el siglo XXI va mal. El milenio continúa con una ola de moralina, puritanismo, corrección política e intransigencia que el desarrollo tecnológico y cultural debió superar hace décadas; al menos en el terreno artístico. La controversia y la polémica ha seguido a mi obra en varias latitudes y culturas, y sectas políticas. Esto no es nuevo. Ojalá que los artistas marroquíes puedan alcanzar la libertad algún día. Estoy seguro de que existen, aunque sean pocos, los que siguen creando”.

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