Nanne Timme FOTO © Renske Timmer
Nanne Timme FOTO © Renske Timmer

Se apellida Timmer y su nombre es Nanne. Nanne Timmer es una holandesa a la que se le puede leer en español. Lo habla y escribe como si fuera su lengua materna, su verdadera lengua madre. Esta mujer, que opera desde el lenguaje corporal y escrito, combina la poesía con la instalación y la performance. Además ensaya.

Doctorada con una tesis sobre literatura cubana, es investigadora y profesora de literatura en la Universidad de Leiden. Sin embargo prefiero entender su relación con el ensayo, con ensayar, desde una definición perpetrada por Iván de la Nuez en Cubantropía (Periférica, 2020): “El entrenamiento en el campo y el experimento en el laboratorio. Afinar el piano y afilar la navaja…”

Nanne es la autora de El presente incómodo. Subjetividades en crisis y novelas cubanas después del muro (Corregidor, 2021). Este libro “pretende entender las transiciones y negociaciones culturales entre arte y política ―de 1989 a 2020― a través del análisis de una serie de novelas cubanas”. Visto así, no quedan dudas de la propensión de Timmer a la hora de situar en el correr de los días, de fijar en el presente, de limpiar, de darle esplendor, a una serie de operaciones acontecidas en el pasado.

Todo el deseo y el delito ―léase la prosa entendida como patria, perversión, como provocación, paraíso y putrefacción―, esas asociaciones ejecutadas por una serie de escritores cubanos que narraron sin cortapisas el devenir de un país y el de sus ciudadanos, han sido reunidos por la autora como quien rasga con el escalpelo, o la navaja, la piel de un cuerpo enfermo: Cuba. Y todo por comprender una suerte de patología, ejecutar un diagnóstico, certificar cuanto hay, cual supuesto virus, dentro del corpus analizado.

Esta larga reseña no va de un corte en canal con un dramático solo de piano como música de fondo, donde Ena Lucía Portela y Pedro de Jesús, Jorge Enrique Lage y Carlos Aguilera, Legna Rodríguez Iglesias y Martha Luisa Hernández Cadenas, entre otros “dúos ocasionales”, han sido acomodados sobre la fría mesa de disección. Esta reseña extendida está interesada en un poemario: Doble papagayo (Ediciones Liliputienses, 2022). Allí he visto alzarse, nuevamente, a esa máquina de provocar presente. Y no es que lo diga yo, que lo dejo por escrito. El propio sujeto poético, ¿también la propia voz de quien escribe el poemario como si arañara con la punta de una afilada Victorinox la blanca hoja de un Moleskine?, nos dice:

renglón por renglón
van cayendo
las palabras de vidrio
y te transformas tú

yo voy provocando presente[1]

¿Por qué lo anterior, lo de provocar presente, puede darse por sentado?

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Por aquello de ensayar según decía Iván de la Nuez, yo, echando mano de una canción de Boris Larramendi, el del team Habana Abierta, y parafraseándolo, (me) pregunto: ¿basta que lo digas tú…, Nanne?

¿Qué es lo que nos dice Timmer? ¿Cómo nos lo dice? ¿Desde dónde?

Antes de proseguir, perseguir, perpetrar, proponer, regreso al inicio, al libro El presente incómodo. Porque allí no solo hay “música y corte”, es decir: ensayo. Allí hay una operación de doble traducción. En su libro, Nanne ejecuta un doble rol. O mejor, un múltiple rol: investigadora y crítica, árbitro cultural, mediadora, traductora de sí misma, agitadora cultural, agente encubierta, escritora y artista. Lo cual la hace habitar la paradoja, la subjetividad, vivir entre dos aguas, entre dos lenguas, o varias lenguas, porque narrar también es “traducir”, es generar una lengua otra, irradiada, perversa, que busca un fin. La elección de autores y textos es además provocación, la obliga a establecer límites, pactos, rupturas y continuidades entre su verdadera lengua madre y su verdadera lengua madrastra provocando así una fusión y una función, una lengua propia que no es exactamente suya y ya es parte de sí, Nanne lo sabe y lo dejará por escrito en un ensayo.

Tan es así, que la próxima estación a la que deberíamos arribar para entender-aprehender las operaciones de Nanne no es otra que su trabajo de traducción de Gerard Fieret (1924-2009). Dígase de él: artista, escribía poesía, un outsider en toda regla este sujeto al que llamaban el hombre-pájaro. Fieret, un sujeto temeroso del plagio de su poesía al que la propia Timmer, sin temor, ha “plagiado”.

En su ensayo “Plagios y contagios: las zonas de la traducción y la escritura”, Nanne Timmer nos dice: “A veces me encontraba un mismo poema en varias versiones entre sus publicaciones. Me fascinó pensar en las recreaciones y las posibilidades que abrían esos poemas si con ellos se pudiera jugar más. Después de publicar la obra de Fieret me tomé entonces la libertad de dejar de ser su traductora o intermediaria para convertirme en su ladrona personal”.

Concuerdo con Nanne a la hora de consignar que la transgresión más extrema en el ejercicio de la traducción es arribar al plagio. Timmer, traduciendo al hombre-pájaro, ha “delinquido” para situarse en ese punto maravilloso y polémico de la apropiación, el versionado, la cita, la fusión, la (re)creación. La evidencia no es otra que el poema “y me dice”,[2] dedicado a Gerad Fieret, zorro urbano.

Del zorro urbano u hombre pájaro, Timmer ejecutó la siguiente operación de negociación o traducción:

in de kooi van de ochtend (en la jaula de la mañana)
zit ik als dubbel papegaai (estoy como doble loro)
in de kooi van de ochtend (en la jaula de la mañana)
zie ik alles dubbel blauw (veo todo doblemente azul)

ik vlieg door het geopend raam (vuelo por la ventana abierta)
dubbel blauw als dubbel papegaai (doble azul como doble loro)

Y su rol de traductora, alterada con esa forma extrema de transgresión, alcanza el punto de no retorno en la creación cuando pasa del dubbel papegaai al “doble papagayo”. O a su verdadero y propio poemario.

Puestos a desmembrar, a diagnosticar, a entender su patología, en Doble papagayo hay una mujer que versifica el devenir de una mujer. La hace transitar folio por folio como si no hubiera un mañana.

Tiene un origen esta mujer: una abuela a la que llama la yaya, una madre ojiazul (“¿dubbel blauw / doblemente azul?”), un padre, fotos tomadas en los setenta, una casa (“¿de kooi van de ochtend / la jaula de la mañana?”), relaciones de parejas con obsolescencia programada, un país, estaciones, colores, recuerdos. Si yo fuera esa mujer atrapada que se siente libre habría dicho: “ik vlieg door het geopend raam / vuelo por la ventana abierta”.

Todo lo anterior, que ya ha acontecido, se va desempolvando-desenrollando en su cabeza y bajo sus pies, delante de su nariz, como si así juntara las piezas de un lego o de una instalación. Objetos-fichas, inanimados o no, la vida componiéndose-corrompiéndose en tiempo real. Una performance. El futuro es hoy; el pasado también es tiempo presente.

La mujer que habita el poemario a la par que vive se diagnostica, se analiza. Etiquetarse es ensayar, es entenderse además cuerpo social y político. Ese sujeto poético se define y con la misma rompe etiqueta y estructura físico-mental para arribar a otra definición de sí misma: deseo, peligro, fuga, el no dejarse atrapar y estar secreta y alegremente atrapada. ¿Es un cuerpo esquizo?:

tú hombrepájaro,
yo mujertropiezo,
tú mujerciudad,
yo hombrebasura[3]

La lengua de este poemario no es exactamente una lengua franca, sino una zona franca donde se entrecruza la lengua viperina de la autora, las que domina allá en la academia y en la “universidad de la calle”, más la del sujeto versificado. Jerga franca en tanto enunciadora de verdades sin tapujos. Tan fea como tan franca esa lengua; ella dice que el sonido de su neerlandés es fangoso, pero de ese cieno se produce todo lo demás. Sí, close reading.

Del barro aquel, riquísimo por todo cuanto ha carenado en él, se moldea a sí misma para volverse otra que es ella misma repetida, pero desde la diferencia. Ella se denomina incluso, o la denominan, “la tercera mujer”. Pero yo no me atrevería a establecer fronteras en este poemario, ¿dónde termina, en él, la biografía de la propia autora, y dónde comienza la “traducción” de su mundo donde no es exactamente vida y destino del autor cuanto importa?

Nanne Timmer
Cubierta de ‘Doble papagayo’, de Nanne Timmer

Entonces, digamos, ¿acaso también la mujer que habita el libro se mira a través del “otro” y “la otra” –por mediación de ese hombre con el que se encuentra, y al que quiere acceder-penetrar-recorrer, o por mediación de una mujer que comparte espacio y hombre al menos en el terreno del deseo y la charla? ¿Ella busca reflejarse para entenderse allí, para “ser” y “prosperar”?

Límites porosos, sí. ¿Biografías que se pegan? Cortocircuito. Estallido del arco. Fusión. Confusión.

Nos dice Nanne:

soy una
bicharraca multilingüe
cabeza de pez y
boca de serpiente
una
que destroza sílabas
no deja palabra intacta

lengua veo lengua quiero
lengua va y lengua viene[4]

Lengua, lenguaje. Flujos, fluidos. Territorios, mapas.

Maléfico Aleph, diría yo de este poemario. Allí está todo, a lo Borges: sin reducción de tamaño: el alba y la tarde, una abuela, una foto, un hombre, las estaciones del año, un aroma ignoto. También los fluidos y humores del cuerpo, el transcurso irremediable del tiempo, aquel que sitúa a la mujer en la menopausia, que sin embargo seguirá siendo fértil en tanto máquina deseante o máquina de guerra.

Esta mujer incluso nos habla desde un escenario de conflicto. Es un cuerpo que además se define en el terreno político. Disiente. Es fértil elucubrando, no desea dejarse atrapar-controlar. Entonces se transforma nuevamente para destrozar la máquina desde dentro. Y literalmente los menciona, los clasifica: exjefes, presidentes, secretarios; unos “se rieron”, otros “escupieron”, dice en el poema “funcionaria pasionaria”.

Y destrozar la máquina desde dentro es también incluir un poema dedicado a la escritora Legna Rodríguez Iglesias. Nanne, en su ensayo Plagios y contagios: las zonas de la traducción y la escritura, consigna que el texto es otra variante de traducción, una postura ante el pedido de producir una close reading.

En Doble papagayo casi todo está dicho; lo que no, es silencio, es secreto, es material para asociar, para arribar a una conclusión parcial y cambiante. Lengua perversa. Mezcla de idiomas: portugués, español, alemán, inglés, neerlandés…:

mijn moeder mi madre
meine mutti, my mom,
a mina mãe faz coisas de mãe
cosas de madre hace mi madre
coisas de mãe faz mi mother moeder mãe.

yo coisas de fiha, cosas de hija,
daughter, dochterdinguen die ik dans
en ella, zij, me mira, me toca, me ve.
las cosas de madre están de madre,
y yo, muy padre, de dochterdingen die ik doe.

 ¿y ahora, mutti moedertje mãe?
la mama moeder die niets zeggen wou
le abrí la boca a mi mãezinha,
my mother me rajó en dos

la lengua con beide handen,
mi ella su yo, y saya sangrante

lengua rajada sin lengua madre,
¡madre, mi lengua! ¡mi lengua, madre!

escupiendo patas, escupiendo matas
estar estando, mirar mirando
buscando patria, buscando matria,
y mãezinha buscando vuelo,
corriendo como una liebre,
escucho la puerta y se va.
yo me diría: ay mi madre,
ya que mijn moeder me mestal mijdt.

 tengo una madre más grande que un army
una madre arroz blanco mar dan als
    boerenkol,
retorciéndose ella y me pregunto si
tupi or not tupi, y me respondo sí.[5]

Una Babel que no es tal, o que no es tanta, donde hay una apuesta esquizo por la palabra (la aliteración: el sonido y la furia), la forma y las malas formas, el significado, el género, el discurso, el sentido. Porque en el proceso de decodificación de su presente, el presente continuado del sujeto poético, vamos aprehendiendo buena parte de su vida y su transcurrir. A fin de cuentas nunca sabremos todo, to-tal-men-te-to-do, de nuestro mejor amigo, de nuestros padres, del exjefe, el presidente, de nuestra pareja, y de nuestro mejor enemigo.

Para el final he dejado el balbuceo. A la par de la locuacidad de ese dubbel papegaai que habita el poemario, de su constante definición y fuga, de la batalla y el solaz a la que se abandona mientras se suceden los cambios de estación, acontece esa suerte de tartamudeo. Frases que no terminan, que sucumben como si allí se agotara la idea, la pasión. ¿Agotamiento, duda? ¿La falsa lengua madre que no alcanza para definir? ¿O se trata de un ardid, de la máscara, la indefinición para salir indemne y seguir ladinamente provocando presente con una lengua propia que no es exactamente suya y ya es parte de sí?

Ya lo ha dicho la propia Nanne Timmer: “todo es cuestión / de palabras / y mala, muy mala / traducción”.


Notas:

[1] Nanne Timmer: “te transformas tú”, Doble papagayo, Ediciones Liliputienses, Cáceres, 2022, p. 23.

[2] Ibídem, p. 19.

[3] Nanne Timmer: “ojos de la noche”, ibídem, p 27.

[4] Nanne Timmer: “hablo fango”, ibídem, p. 118.

[5] Nanne Timmer: “de madre”, ibídem, p. 121.

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AHMEL ECHEVARRÍA
Ahmel Echevarría (La Habana, 1974). Narrador cubano. Ha publicado los libros Inventario (Premio David 2004, cuento, Ediciones Unión, 2007), Esquirlas (Premio Pinos Nuevos 2005, novela, Editorial Letras Cubanas, 2006), Días de entrenamiento (Premio Franz Kafka de Novelas de Gaveta 2010), Búfalos camino al matadero (Premio José Soler Puig 2012, novela, Editorial Oriente, 2013), La noria (Premio de Novela Ítalo Calvino, 2012, Ediciones Unión, 2013; Premio de la Crítica Literaria de Cuba 2013), Insomnio –the fight club– (relatos, Letras Cubanas, 2015), y Caballo con arzones (Premio Alejo Carpentier de Novela 2017, Editorial Letras Cubanas, 2017; Premio de la Crítica Literaria de 2017).

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