Ilustración de Alejandro Cañer

Presentación

En julio de 1992, la revista mexicana Plural, desde su fundación en 1971 adscrita al diario Excélsior, publicó un número dedicado a la literatura cubana que estuvo bajo la coordinación de la editora y académica Madeline Cámara. La nómina de convidados incluía mayormente a escritores nacionales residentes en el extranjero, muchos en México, y a unos pocos aún en la isla. De entre estos últimos, aparecían escritores que habían manifestado públicamente su oposición al gobierno totalitario de Fidel Castro a través de la firma de la “Carta de los intelectuales” o “Carta de los Diez”. En especial, la revista daba visibilidad a la poeta, periodista y miembro fundadora del movimiento opositor Criterio Alternativo, María Elena Cruz Varela, quien había sido expulsada de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), sometida a actos de repudio, y, desde noviembre de 1991, encarcelada tras la celebración de un juicio sumarísimo en el que se le acusó de “asociación ilícita, edición clandestina de impresos y difamación”.

Dado el carácter paragubernamental de una institución cultural como la UNEAC, poca duda cabe de que la inclusión de escritores disidentes en la emisión de Plural fue la razón por la que su comité ejecutivo enviara una carta de rechazo e indignación a su director, Jaime Labastida, también responsable de escribir su presentación, en la que exponía el carácter reaccionario y excluyente del proyecto iniciado en 1959, a su juicio además, para la hora ya fracasado: “Revolución de la utopía, utopía de la revolución”.

Firmada por Miguel Barnet, Roberto Fabelo, José Loyola, Enrique Núñez R., Abel Prieto, Graziella Pogolotti y Humberto Solás, el texto acusaba al número de tendencioso políticamente y de cumplir muy poco con la representatividad y la pluralidad que consignaba. Y a modo de corrección, ofrecía una lista de los autores que sí consideraban cualificados para escribir sobre Cuba, entre los que se hallaban habituales consagrados de la cultura oficialista.

El debate entre la UNEAC y Labastida se sostuvo entre las páginas del diario Excélsior, con réplicas en Plural y, parcialmente, en La Gaceta de Cuba. Con el tiempo se fueron involucrando partidarios e integrantes de una y otra institución, como Jorge Timossi, Saúl Ibargoyen o Lazlo Moussong. Pero no sólo se limitó a estos. Escritores y académicos cercanos al tema Cuba se sintieron apelados por la polémica y enviaron sus cartas a la revista. Publicados por lo general a posteriori en el segmento Espejo de Plural, de la destacada sección Arca de Noé, los remitentes se dirigían a Jaime Labastida para mostrarle su apoyo y aprovechaban la oportunidad para contar anécdotas catárticas de desengaño de la Revolución cubana o denunciaban la intolerancia de escritores funcionarios al frente de destacadas instituciones del régimen.

Poco más de un año después del lanzamiento de la discutida Plural, aún le preguntaron en La Habana a Eliseo Diego sobre la controversia en una entrevista a raíz de la concesión del premio Juan Rulfo. Las palabras más bien de consenso con las partes agitó una vez más un texto de Jaime Labastida, con el que aparentemente se da por cerrada la cuestión.

A pesar de las declaradas afinidades ideológicas, los contactos que varios miembros de la dirección de Plural habían sostenido con las instituciones culturales cubanas, y la frecuente presencia de sus representantes en las páginas de la revista (antes, el número 238, y más tarde, el número 274 fueron dedicados a la isla), los altos directivos de la UNEAC no pudieron tolerar el gesto crítico en favor de la democracia, la libertad de expresión y el pronunciamiento contra las violaciones de los derechos humanos de la sociedad civil cubana que implicó la confección de aquella entrega de julio de 1992. Empezaban los años poscomunistas, la crisis económica del eufemístico “Periodo Especial” iba en escalada, la aprobación de la Ley Torricelli o Ley para la Democracia en Cuba estaba en marcha, la brutalidad de la policía política del Estado cubano contra las voces disidentes seguía su curso de impunidad, y las relaciones entre el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y la dictadura cubana no estaban exentas de tensiones, ante el reconocimiento por parte de aquel de las comunidades anticastristas dentro y fuera de la isla y las negociaciones que estaba a punto de cerrar para formalizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Este expediente está dividido en dos segmentos: en el primero, se reúnen los textos que a la luz de la investigación pueden considerarse como contendientes en la polémica; en el segundo, se recogen los textos, ya sean cartas o comentarios, que llegaron a la redacción de Plural y se publicaron a lo largo de varias de sus entregas. Asimismo, podrá encontrase íntegramente el dosier dedicado a Cuba en el número 250, que originó este hiato en la historia de simpatías entre intelectuales mexicanos y la Revolución cubana.

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* Expediente coordinado por Roberto Rodríguez Reyes y Pablo Argüelles Acosta.

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