Artistas e intelectuales cubanos llaman a sus pares extranjeros a distanciarse de la política cultural del régimen de La Habana

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En el primer año del Movimiento San Isidro, La Habana. (FOTO Facebook / Luis Manuel Otero Alcántara)
En el primer año del Movimiento San Isidro, La Habana. (FOTO Facebook / Luis Manuel Otero Alcántara)

Dos docenas de artistas e intelectuales cubanos denunciaron una vez más, en una larga carta abierta, la sistemática política represiva y las limitaciones a la libertad de expresión en Cuba, por lo que llamaron a sus homólogos extranjeros a tomar distancia de los proyectos y plataformas culturales impulsados por el Estado y a “comprometerse” con los creadores independientes y su búsqueda de derechos.

“Es imperativo que los artistas extranjeros reconozcan que la represión de los artistas cubanos es llevada a cabo por los mismos burócratas que les dan la bienvenida a la isla, del mismo modo que les presentan a un grupo selecto de artistas de confianza y organizan sus visitas a las salas de arte gestionadas por el Estado”, se lee en la misiva suscrita, entre otros, por personalidades del arte contemporáneo como Tania Bruguera, Raychel Carrión, Sandra Ceballos, Coco Fusco, Cirenaica Moreira, Samuel Riera o  Juan-Sí González.

“Los extranjeros tienen la libertad de elegir sin coacciones y la posibilidad de informarse sobre las condiciones en las que los cubanos están obligados a vivir”, razonan a continuación los firmantes, entre quienes figuran además Carlos Aguilera, Lester Álvarez, Yissel Arce Padrón, Mónica Batard, Rafael DiazCasas, María de Lourdes Mariño Fernández, Solveig Font, Claudia Genlui, Celia Irina González, Henry Eric Hernández, Hilda Landrove, Hamlet Lavastida, Reynier Leyva Novo, Julio Llópiz-Casal, Camila Lobón, Yanelys Núñez Leyva y Ernesto Oroza. “Les pedimos que lo hagan antes de caer en la trasnochada narrativa del tiempo de la Guerra Fría que presenta a Cuba como víctima de la agresión imperialista. El mismo gobierno que se beneficia de ese apoyo, ejerce formas de represión contra los cubanos que los artistas extranjeros consideran inaceptables en sus propios países”.

Dadas las circunstancias de Cuba –multifactorialmente agravadas en los años recientes, pero con un invariable trasfondo de censura y represión, según se colige del propio texto– y dados los movimientos de rechazo ético y político en el ámbito artístico internacional contra, por ejemplo, los patrocinios de actores vinculados a “combustibles fósiles, fabricantes de armas y de fármacos altamente adictivos”, contra “presuntos culpables de acoso sexual” (#MeToo), o contra “la presencia de oligarcas rusos en los consejos de administración de museos en Occidente”, los infrascritos presentan en forma de interrogantes a la esfera pública una serie de “contradicciones irresueltas”.

“¿Por qué la existencia de más de 1 000 presos políticos o la legislación draconiana que criminaliza la labor cultural independiente han de ser menos cuestionables que el comportamiento sexual depredador de un individuo poderoso?”, se preguntan en primer lugar, y en seguida: “¿Por qué es más fácil dejar de hacer negocios con oligarcas rusos que negarse a colaborar con un gobierno que se alía con Rusia y encarcela a sus ciudadanos más creativos? ¿Por qué celebramos el éxito de los activistas en Estados Unidos y Europa que obligaron a los museos a romper lazos con millonarios que hicieron sus fortunas enganchando al pueblo a los opioides, e ignoramos a los artistas e intelectuales que ponen en juego sus medios de vida por denunciar que la élite cubana se enriquece con sus empresas turísticas mientras que cualquier persona puede ser detenida por publicar una queja en los medios sociales?”.

La carta se encarga de refutar lo que entienden como subterfugios retóricos que habitualmente sirven para justificar la cooperación con las estructuras del régimen: “Muchos extranjeros interesados en Cuba desean convencerse de que visitando la Isla están «ayudando al pueblo cubano» y «apoyando al arte cubano». Muchos quieren creer que su sola presencia en la isla puede alterar la maquinaria de represión estatal. Es necesario que sepan que los dólares de los turistas van directamente a las arcas del gobierno y se reinvierten en turismo y policía. En lugar de garantizar la libertad de expresión de los cubanos, la presencia de personalidades extranjeras del mundo del arte contribuye a sostener el mito de la Revolución Cubana como proveedora de cultura”. 

Los artistas, escritores, curadores y críticos firmantes especifican en su mensaje que el ministerio cubano de Cultura suele extender “la alfombra roja a las empresas internacionales que sirven los intereses del Estado, como Galería Continua, y les permite operar en la isla, al tiempo que prohíbe a los cubanos crear sus propias galerías”, y en tal sentido advierten que ahora el régimen “ha dado luz verde al Havana Art Weekend, que debe celebrarse en noviembre próximo, con el fin de atraer a la isla a artistas extranjeros y, con ellos, a posibles inversores, a fin de ofrecerles una idea de lo que podrán ver en la bienal de arte del próximo año”.

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La carta refuta también lo que entienden como subterfugios retóricos que habitualmente sirven para justificar la cooperación con las estructuras del régimen: “Muchos extranjeros interesados en Cuba desean convencerse de que visitando la Isla están «ayudando al pueblo cubano» y «apoyando al arte cubano». Muchos quieren creer que su sola presencia en la isla puede alterar la maquinaria de represión estatal. Es necesario que sepan que los dólares de los turistas van directamente a las arcas del gobierno y se reinvierten en turismo y policía. En lugar de garantizar la libertad de expresión de los cubanos, la presencia de personalidades extranjeras del mundo del arte contribuye a sostener el mito de la Revolución Cubana como proveedora de cultura”. 

“Quienquiera que desee ayudar a los artistas cubanos”, declaran finalmente, “podría considerar comprometerse con las decenas de artistas independientes cubanos –dentro y fuera de la isla– que se encuentran al margen de la cultura oficial, luchando por ganarse la vida para que sus historias sobre nuestro país y su asediado pueblo sean escuchadas. En nombre de la justicia para nuestros compatriotas injustamente encarcelados, pedimos que los extranjeros no cooperen con eventos culturales patrocinados por el Estado hasta que todos los cubanos de la isla sean libres”.

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